
Los tiempos han cambiado y la forma de criar a nuestros niños también. Atrás están quedando los estilos de crianza autoritarios basados en el temor hacia los adultos y no tenían casi ninguna participación u opinión en las interacciones familiares.
Un primer paso es empezar a desarrollar la crianza positiva. Esta se caracteriza por la empatía, la comprensión y el respeto, y consiste en enseñarles a hacer lo correcto utilizando positividad y paciencia, en lugar de implantar el miedo o castigos desmesurados.
¿Cómo empezar entonces a aplicar este modelo en casa?
1. Haz una mirada retrospectiva de cómo fuiste educado
El primer paso, según Liliana Orjuela del ICBF, consiste en revisar tu historia personal y analizar cómo fuiste educado. Piensa, por ejemplo, cómo te sentías cuando tus papás te reprendían o te llamaban la atención, si utilizaban el castigo físico, si te gritaban y decían cosas que te lastimaban y qué emociones te generaban ese tipo de reacciones ¿Ira? ¿Temor? ¿Tristeza? ¿Rebeldía? A su vez, piensa cómo era la relación con tus padres ¿era cercana? ¿distante? ¿les tenías miedo? ¿podías hablar con ellos? ¿les tenías confianza? Recuerda que las relaciones con los padres en la infancia son fundamentales para crear sentimientos de seguridad y de confianza en sí mismo que permiten asumir los retos que nos plantea la vida.
2. Identifica los aspectos tanto positivos como negativos de la relación
Pregúntate qué te hubiera gustado mejorar o cambiar en esa relación con tus padres: ¿Habría sido mejor que te escucharan cuando estabas en problemas?, ¿Qué puedes aprender de eso que viviste, para ser ahora mejor madre o padre?
3. Reflexiona sobre aquello que no te gustaría repetir con tus hijos
Partiendo del ejercicio anterior empieza a hacer modificaciones en tu rol como madre, padre o cuidador que te permitan relacionarte mejor con los niños y adolescentes tal y como tú hubieras querido que tus padres y cuidadores se relacionaran contigo. Si lograste identificar errores que, quizá cometieron tus padres en tu proceso de crianza, aprende de ellos y no los repitas. Olvídate de creencias erróneas y obsoletas alrededor del maltrato en la crianza Expresiones como “la letra con sangre entra”, “yo soy el padre y tengo derecho a pegarle a mi hijo para corregirlo”, “la mejor autoridad es la correa”, “nadie se ha muerto por un chancletazo” o “si le pego es por su bien”, deben ser erradicadas en tu hogar. El castigo físico, verbal o psicológico en lugar de educar, genera profundas consecuencias a nivel cognitivo, social y emocional y en algunos casos, empeoran las conductas indeseadas de las niñas, niños y adolescentes.
4. Empieza a gestionar tus emociones
Para empezar a aplicar la crianza positiva es importante que aprendas a regular tus propias emociones.

Antes de abordar a un niño o a un adolescente para hablar con él o corregirlo, respira profundo y espera que la calma retorne a ti. Si estás fuera de control e intentas relacionarte no lograrás una interacción positiva. 5. Considera a tu hijo o hija como un sujeto de derechos

Desarrolla relaciones horizontales en tu hogar. Recuerda que, aunque los niños y los adultos cumplen diferentes roles, todos merecen el mismo respeto y tienen la misma dignidad.
6. Establece normas y límites
Recuerda que las normas y los límites ordenan los comportamientos de niñas, niños y adolescentes y les dan un marco de contención y de seguridad a la hora de actuar. De igual manera, los niños deben conocer anticipadamente cuáles son las consecuencias de incumplirlas.
Cuando se traspasa un límite, no debemos dar sermones, ni castigos, hay que continuar involucrando al niño respetuosamente. Evitar decirle lo que pasó y lo que se debe hacer al respecto. Lo mejor es hacer preguntas abiertas como “¿Qué pasó? ¿Qué crees que lo ocasionó? ¿Qué ideas tienes para resolverlo? ¿Qué has aprendido de lo pasado?”.
Los límites o normas tenemos que explicarlos cuidadosamente cuando los niños van creciendo.
7. Ponerse a ‘la altura’ de los niños para hablar con ellos

Los niños están en desventaja (en cuanto a la altura) cuando les hablamos. Por esto, cuando queramos transmitirles algo, es fundamental que nos arrodillemos y mantengamos un contacto visual con ellos. Se trata de una excelente manera de conectar.
Sin duda alguna la crianza positiva se convierte en la estrategia ideal para que nuestros hijos tengan un desarrollo sano.
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